En el trasfondo político de República Dominicana, se ha gestado un movimiento de trascendental importancia que involucra a dos fuerzas políticas clave: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza del Pueblo. Domingo Páez, analista político de renombre, ha señalado que el golpe más significativo a la fortaleza de Luis Abinader y su Partido Revolucionario Moderno (PRM) era el anuncio de un pacto entre estas dos fuerzas históricamente antagónicas.

Todo comenzó con una reunión crucial en Punta Cana, en la que Danilo Medina y Leonel Fernández se sentaron a la mesa, bajo la mediación de Miguel Vargas. En este encuentro, se expusieron los problemas que un eventual pacto político resolvería para la Fuerza del Pueblo y el PLD, dos entidades que habían compartido tensiones y rivalidades a lo largo de los años.

La presión era palpable, tanto desde las bases como desde las direcciones medias y altas de ambas organizaciones. La anhelada unidad política entre el PLD y la Fuerza del Pueblo se convertía en una esperanza compartida, vista como el camino hacia la restauración del poder que los seguidores de ambas fuerzas tanto ansiaban.

El imaginario colectivo convergía en esta idea de que la única manera de retornar al poder era a través de la unión de estas dos fuerzas, ya que se sostenía la creencia de que su división previa había sido la razón detrás de su pérdida de influencia.

Sin embargo, para Páez las élites dirigentes de ambas agrupaciones eran conscientes del peligro inherente a un pacto de tal envergadura. La historia política dominicana había dejado en claro que la coexistencia de dos líderes hegemónicos dentro de una misma organización era insostenible.