Agentes de la policía estadounidense detuvieron un vehículo a punta de pistola en el que viajaba una familia, incluyendo niños, debido a sospechas de que el auto había sido robado.
Los agentes obligaron a la familia a salir del automóvil y los esposaron, mientras se dirigían a un torneo de baloncesto.
Posteriormente, se comprobó que el vehículo no estaba robado, lo que ha generado cuestionamientos sobre la actuación de los agentes.
La madre de la familia afectada ha afirmado que, aunque no hubo agresión física, sí experimentaron daño emocional y psicológico debido a la situación.