En la extensa y remota región de Ñuble, Chile, vivía un cazador llamado Luis González. Desde temprana edad, Luis fue inculcado en el arte de la cacería por su abuelo, un hombre sabio y experimentado en la vida. A pesar de ser solitario por naturaleza, Luis disfrutaba de la tranquilidad de la zona rural y la vasta variedad de terrenos que lo rodeaban: campos, bosques, ríos y canales.

La pasión de Luis por lo paranormal siempre había sido motivo de burlas y desdén por parte de la sociedad, pero eso no lo detenía. Era un cazador valiente, y siempre se aseguraba de estar preparado para cualquier situación peligrosa. Con su escopeta de 16 italiana y otros equipos, emprendía viajes de caza por diferentes regiones, llevándolo a conocer diversos rincones de su país.

Un día, en uno de sus viajes más audaces, Luis decidió aventurarse en las misteriosas y temidas montañas de los Andes. A pesar de las advertencias sobre los peligros de ir solo, se preparó minuciosamente para el viaje. Con un Buggy arenero modificado y bien armado, se adentró en la montaña, acompañado de su fiel perro de raza basenji.

La naturaleza majestuosa lo rodeaba, y mientras cazaba liebres y conejos, una extraña sensación de inquietud lo invadió. Aunque intentó restarle importancia, el viento aullando y los misteriosos sonidos en el bosque aumentaron su ansiedad. Sin embargo, no permitió que eso arruinara su aventura, pero la verdadera pesadilla estaba por comenzar.