Como otros temas de políticas públicas, la seguridad ciudadana ha vuelto a ser tormento para las familias dominicanas porque los actos delictivos han vuelto a copar los titulares de la primera plana de los medios de comunicación debido a la ocurrencia de hechos sangrientos cuyos protagonistas son los miembros de bandas delincuenciales, o delincuentes que actúan por la libre.

 

Desde la muerte de los pastores evangélicos en el municipio de Villa Altagracia se abrió un abanico de sucesos que reedita la misma agenda de criminalidad de tiempos pasados, sin que como sociedad demos una respuesta eficaz que lleve sosiego a los hogares dominicanos.

 

Cuando la espiral delincuencial sube hasta su más alta expresión, todos tenemos la sensación de haber sido derrotados por los delincuentes. No es un tema de ahora, sino que se trata de un cúmulo de insatisfacciones, dejadez y falta de voluntad política para llegar a la médula de ese flagelo.