La supuesta red de corrupción para distraer fondos del Cuerpo Especializado de Seguridad Presidencial (Cusep) y el Cuerpo Especializado de Seguridad Turística (Cestur) funcionaba como una pirámide, en cuya cúspide figuran el mayor general Adán Cáceres y Juan Carlos Torres Robiou, quienes se apoyaban de Rafael Núñez de Aza, Alejandro Girón Jiménez y un grupo de subalternos que fungían como “cabezas recolectoras”.

Así lo establece la acusación del caso Coral y Coral 5G, documento que indica cuál era la función de las “cabezas recolectoras”; reclutaban militares y policías que estuvieran asignados a otras instituciones, o que no tuvieran funciones en específico, se los presentaban a Raúl Alejandro Girón Jiménez, quien los depuraba junto a su superior, Rafael Núñez de Aza y solicitaban la incorporación en las nóminas.