Jennifer Lopez cree tanto en el amor que necesita verlo por escrito. La cantante, de 52 años, anda de abogados elaborando un contrato prenupcial exhaustivo que le garantice un matrimonio romántico y chispeante. El abajo firmante, o sea, Ben Affleck (49), si quiere ser también marido, deberá aceptar un rosario al parecer interminable de cláusulas y estipulaciones relativas al error gigantesco de contraer matrimonio. Casualmente, la única de estas cláusulas que ha trascendido es una que dice que Ben tiene la obligación de practicar sexo con Jennifer cuatro veces a la semana. Luego he leído en la prensa anglosajona una corrección importantísima: ‘más’. La obligación es de acostarse ‘más’ de cuatro veces a la semana.

Deslumbrados por la administrativa obscenidad de la noticia, por ese saber anticipadamente cuántas veces van a follar dos personas que, la verdad, tampoco nos interesan tanto a ningún efecto, casi nos hemos desviado de la pregunta fundamental: ¿por qué? ¿Por qué nos cuentan esto? Una opción muy verosímil es que esta indiscreción prenupcial hace que Jennifer Lopez vuelva a ocupar lugares destacados en la prensa. Otra opción tiene que ver con que la fortuna de Lopez asciende a 400 millones de dólares, mientras que Affleck siempre será sospechoso de casarse por dinero al disponer de un triste patrimonio de 150. Pienso que poner una cláusula absurda antes de casarse sirve mayormente para tener todas las de ganar en caso de divorcio.