En momentos abrumado por la emoción, pero siempre guardando la compostura, el inmigrante cubano habló ante medios de comunicación y agradeció el apoyo de todos los involucrados en su liberación.

“Quiero agradecer primero a Dios, porque Dios puso a la gente en mi camino para que esto pasara. Dios es grande. Sin Dios no se puede lograr esto. Esto es una cosa que se ha logrado con el esfuerzo de t odas las personas que estuvieron envueltas en esta odisea”, dijo.

Ciria tenía 29 años y acababa de convertirse en padre de un niño que tenía apenas seis semanas de nacido cuando en 1991 fue sentenciado por homicidio. Al hablar sobre la lucha para conseguir su liberación, le es difícil encontrar las palabras para describir lo que siente.