El tráfico o la trata de personas se caracteriza por el reclutamiento, el traslado y el alojamiento de cualquier persona, a través de diferentes métodos. Puede implicar también la apelación a la fuerza o a cualquier otra forma de restricción, por medio del secuestro, engaño o fraude, así como también el abuso de autoridad. La oferta y la aceptación de recompensas o beneficios para obtener el consentimiento de la víctima (o de la persona que tiene autoridad sobre ella) son también actos ilícitos.
Aproximadamente un 28% de las víctimas identificadas de la trata en todo el mundo son niños, según han declarado UNICEF y el Grupo Interinstitucional de Coordinación contra la Trata (en inglés, ICAT) en vísperas del Día Mundial contra la Trata de Personas. En regiones como África Subsahariana, América Central y el Caribe, los niños representan una proporción aún más alta de las víctimas identificadas de la trata: el 64% y el 62%, respectivamente.