“Cuando tienes una ilusión tú no ves el peligro”. Así comienza el relato de Rafael, quien llegó a Puerto Rico el 1 de enero de 2000, junto a 93 dominicanos, en una frágil embarcación.

Fue esa yola, probablemente, la primera en arribar a la Isla del Encanto en este nuevo siglo, cuando se aceleró la migración ilegal, siendo el mar Caribe y el Océano Atlántico la fosa marítima de cientos de personas que buscaban mejores condiciones de vida.

El Canal de la Mona, que empalma ambos mares cerca de Puerto Rico, es el estrecho que más náufragos ha tragado y sus tiburones han consumido. Estuvieron empujados por el sueño americano, la crisis económica del país y la poca vigilancia o complicidad de los encargados de proteger el contrabando en las costas dominicanas.