Moïse, de 53 años, fue asesinado a tiros en su casa por un comando de asesinos entrenados, lo que sumió al país más pobre de América en un caos más profundo en medio de profundas divisiones políticas, hambre y violencia de pandillas generalizada.

El juez Carl Henry Destin dijo al diario Le Nouvelliste que el cadáver de Moise tenía doce orificios realizados con armas de gran calibre y también de 9 milímetros.

“Lo encontramos acostado boca arriba, pantalón azul, camisa blanca manchada de sangre, boca abierta, ojo izquierdo perforado. Vimos un agujero de bala en la frente, uno en cada pezón, tres en la cadera, uno en el abdomen”, relató el juez de paz.