La delincuencia, el delito, los actos reprochables, la intromisión de los demás en lo que consideramos nuestros objetos, pertenencias, valores, creencias, espacio; en definitiva, lo que nos incomoda, molesta, perturba, violenta nuestra voluntad nos produce sufrimiento y en ocasiones enfermedades.
Por otra parte, los delincuentes y las personas encargadas por la sociedad de averiguar el delito, descubrir a los delincuentes, garantizar el ejercicio de derechos y deberes, y garantizar la seguridad ciudadana son objeto de “veneración”, paradojicamente ambos por la sociedad. La literatura, el cine, el teatro, la televisión, determinadas organizaciones sociales se ocupan de presentar a los delincuentes y/o policías como héroes.
Los términos en que la narrativa de una novela o un film sobre criminales y agentes de la ley son entendidos en el contexto de “ficción”, esos mismos términos usados en un Telediario, en textos legislativos, jurídicos o docentes, son reprochables por cuanto se alejan de la realidad, de la profesionalidad.



