Cada vez más, se están haciendo esfuerzos para abordar la violencia contra las mujeres desde las raíces del machismo. Por ejemplo, en el Programa para la Prevención de la Violencia y Promoción de la Inclusión Social en Costa Rica se ofrecen sesiones grupales semanales para jóvenes y se recurre a terapia cognitiva conductual para que los jóvenes reduzcan las respuestas precipitadas ante situaciones de conflicto.

Otras intervenciones se enfocan en invitar a los hombres a reflexionar sobre las normas de género y su impacto sobre las relaciones familiares, la crianza de los niños o la prevención de la violencia. Uno de estos casos corresponde a la intervención Amor…pero del bueno en México, que impartía sesiones de sensibilización con jóvenes sobre los tipos de violencia, el abuso en las relaciones de noviazgo, los derechos sexuales, y los roles de género. En la evaluación del programa se registró una reducción del 55% en las actitudes violentas de los varones participantes.

En América Latina y el Caribe el problema del machismo se magnifica por la situación social y económica. Hay evidencia de que las mujeres en contextos de marginalización y pobreza están más expuestas al tráfico de personas y a los ataques sexuales.