“Rubén no se vacunó y el Covid se lo llevó”. Es el lamento de su madre Caridad, quien en más de una ocasión le insistía en que lo hiciera. Ella quería proteger a su hijo, ese que admite, nunca se descuidó de ellos porque era muy proveedor. “Buen hijo, padre, esposo, hermano… Muy trabajador, tanto que, no sacó tiempo para vacunarse porque siempre estaba ocupado”, se lamentan hoy que ya no está.

No hay nada que apacigüe la tristeza de Caridad, quien hace solo cinco meses también perdió a su hermano Edardo por causa del Covid. Ni eso hizo a Rubén reflexionar sobre la importancia de la vacuna. Y hoy, a ellos solo les quedarán recuerdos pintados en las paredes que transformó, en las cornisas que elaboró y sobre todo, en las caras tristes de los dos huérfanos que dejó.