En una conversación profundamente humana y reveladora, Zoila Luna compartió con Jatnna Tavárez las luces y sombras de su camino hacia el éxito, confirmando que toda trayectoria brillante suele estar forjada con dolor y coraje. La comunicadora dominicana relató cómo su entrada a la televisión fue accidental y no planificada, marcada por una prueba de lectura del estado del tiempo que nunca imaginó que le abriría las puertas del estrellato. A lo largo de los años, su paso por programas como Santo Domingo Invita, El Show del Mediodía y otras producciones la consolidaron como una figura querida, pero también exigida por la dureza del medio.
Durante la entrevista, Luna abrió su corazón al hablar sobre uno de los capítulos más complejos de su vida: su matrimonio joven, impulsado por razones médicas, y el posterior divorcio, el cual enfrentó públicamente en televisión. “Atravesé el desierto de mi divorcio en cámara”, confesó. Relató cómo, con apenas 24 años, debía recomponerse entre segmentos televisivos mientras lidiaba con el dolor personal. Su exjefe Jackie Núñez del Risco le decía con crudeza que el público no sintonizaba para ver tristeza, sino alegría. Así, aprendió a maquillarse no solo el rostro, sino también las heridas del alma.
Zoila también reflexionó sobre la influencia de su padre, un hombre celoso y estricto, cuya muerte le permitió —aunque dolorosamente— tomar las riendas de una carrera pública que él jamás hubiera aprobado. Con su característico humor, recordó cómo nunca ganó un concurso de belleza en su natal Nagua, pero terminó siendo enviada como representante del turismo a un certamen nacional. La vida la empujó, sin planearlo, a escenarios que la desafiaron y la hicieron crecer. Su mensaje final fue claro: “todo aquel que tiene éxito tiene muchas cicatrices, y yo las tengo con orgullo”.



