En un giro sorprendente de eventos, el multimillonario y filántropo canadiense Michael DeGroote se encuentra en el centro de una tormenta financiera y legal tras su inversión en Dream Casinos, una empresa de casinos en la República Dominicana. Lo que comenzó como una prometedora aventura empresarial ha resultado en una compleja red de conflictos, desapariciones de fondos y juicios tanto en Canadá como en el Caribe.

A principios de 2011, Michael DeGroote, conocido por sus lucrativos negocios en Canadá y el extranjero, abordó su jet privado Bombardier Global Express con destino a la República Dominicana. Su objetivo: explorar nuevas oportunidades de inversión en la industria del juego, una industria lucrativa en un país donde el turismo es una de las principales fuentes de ingresos.

DeGroote había formado una alianza con Francesco y Antonio Carbone, dos hermanos de Toronto con experiencia en el desarrollo de máquinas de apuestas computarizadas. Según los Carbone, el multimillonario les recibió a bordo de su jet con todas las comodidades posibles. “Era hermoso, había servicio de bebidas, había una cama y me dijo, si quieres tomarte una siesta, puedes tomarla en mi cama”, recuerda uno de los hermanos.

La República Dominicana, con su alto desempleo y regulaciones gubernamentales laxas, parecía ser el lugar perfecto para la nueva empresa de DeGroote. Las apuestas son una adicción común en el país, y los casinos representan una gran parte del entretenimiento local. El plan era ambicioso: adquirir los casinos más grandes de la isla, modernizarlos y convertirlos en una versión caribeña de Las Vegas.

Sin embargo, la realidad resultó ser muy diferente. DeGroote se encontró involucrado con personas de reputación dudosa, lo que generó conflictos internos que pronto se intensificaron. La situación se deterioró hasta el punto de que se llegó a planear asesinatos.

Los problemas no tardaron en trasladarse a los tribunales canadienses, donde DeGroote intenta recuperar millones de dólares desaparecidos. Estos conflictos legales también han afectado a cientos de dominicanos que trabajan para Dream Casinos y ahora reclaman sus beneficios.

El colapso de Dream Casinos ha tenido un impacto devastador en la comunidad local. Muchos empleados dominicanos se han quedado sin trabajo y sin los beneficios prometidos, lo que ha generado un malestar considerable. En un país donde el turismo y las apuestas son vitales para la economía, la caída de Dream Casinos ha dejado una cicatriz profunda.

La historia de Michael DeGroote es una lección de cómo incluso los empresarios más experimentados pueden verse atrapados en situaciones complicadas cuando se aventuran en territorios desconocidos. Lo que comenzó como una brillante oportunidad de expansión empresarial ha terminado en una red de engaños, desapariciones de fondos y pleitos legales que aún no han concluido.