En un escalofriante relato, la cantante de música urbana Sarah Carrasco, de 28 años y más conocida en la escena artística como MasterFAAM, ha levantado una voz valiente contra el abuso, la agresión física y emocional, así como la manipulación a la que ha sido sometida.

Sarah, quien dedicaba parte de su labor artística a promover campañas contra la violencia hacia las mujeres, nunca imaginó que sería víctima de dichos actos. Desde su posición como una figura pública, la joven había alcanzado cierta fama tras obtener el segundo lugar en el concurso Reina Urbana del programa Sábado Extraordinario. Sin embargo, tras conocer a Eduardo Pérez y a Doris Elsa Martínez, quienes se presentaron como representantes de una empresa llamada Eduardo Productions, su vida tomaría un giro oscuro y doloroso.

Lo que inicialmente parecía una oportunidad prometedora pronto se convirtió en una pesadilla. Sarah relata cómo fue engañada y utilizada, siendo filmada durante cinco años en diversas actividades, sin recibir compensación por su trabajo. Las promesas incumplidas se sumaron a agresiones verbales y malos tratos, pero el punto crítico llegó cuando fue llevada a un viaje a San Martín y excluida del concierto para el cual había obtenido una visa a costa de 200.000 pesos.

La situación llegó a su punto más álgido cuando Sara confrontó a Eduardo en la oficina de su abogada, exigiendo la devolución de 20.000 pesos que le había prestado para grabar un demo. La discusión escaló hasta convertirse en violencia física, dejando a Sarah herida y traumatizada. A pesar de recibir atención médica y buscar ayuda legal, el miedo la paralizó cuando su agresor la contactó nuevamente, exigiendo su perdón a cambio de oportunidades en la industria musical.

La valentía de Sarah al compartir su historia es un recordatorio de los abusos que ocurren en silencio dentro de la industria artística. Expertos en el tema señalan que estos casos no son aislados, y lamentablemente, muchos jóvenes artistas son víctimas de manipulación, abuso y fraude por parte de personas sin escrúpulos que se aprovechan de sus sueños y aspiraciones.

Este testimonio es un llamado a la acción para erradicar el abuso y la explotación en la industria del entretenimiento, así como para brindar apoyo y protección a quienes se atreven a denunciar estos crímenes. La valentía de Sarah merece ser reconocida y respaldada en su búsqueda de justicia y cambio.