La guerra en Ucrania ha provocado una respuesta unánime de Occidente, que ha atacado a Rusia con duras sanciones económicas que están resquebrajando el sistema financiero ruso. La última consecuencia, el desplome del rublo, que ya iba mal y ahora ha caído más de un 30% frente al dólar y al euro. Eso es un problema para Rusia, sus empresas y sus ciudadanos, sin duda, pero las consecuencias van también más allá.

Varios países a lo largo de todo el globo han ido incrementando el peso de sus sanciones económicas. Una de las más severas es la expulsión de varios bancos rusos del sistema SWIFT, pero hay aún más. El pasado sábado Reino Unido, Canadá, EEUU y la Unión Europea indicaron que bloquearían el acceso a Rusia de sus reservas en moneda extranjera, que ascienden a 630.000 millones de dólares. Eso plantea muchos problemas para sostener la economía rusa y para sufragar los elevados costes de los ataques contra Ucrania.

La caída de valor del rublo es catastrófica, pero de hecho podría ir a más si Rusia no es capaz de contener el impacto de las sanciones. El banco central ha actuado con una medida de emergencia y ha duplicado las tasas de interés del 9,5 al 20% para tratar de evitar la rápida depreciación del rublo.