Antonio Imbert Barrera, recordado como uno de los protagonistas en el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo el 30 de mayo de 1961, es descrito por su esposa, Giralda Busto, como un hombre profundamente familiar, solidario y de carácter firme. En entrevista exclusiva para Nuria, Busto defendió la memoria de su esposo, resaltando sus 46 años de matrimonio y su rol como padre y abuelo. Imbert, quien sobrevivió 55 años después del histórico atentado, ocupó cargos relevantes como gobernador de Puerto Plata, presidente de la Junta de Gobierno en 1965 y secretario de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Joaquín Balaguer.
La viuda rechazó las acusaciones que han circulado a lo largo de los años, como su supuesta vinculación con la muerte de las hermanas Mirabal o el quiebre de la Rosario Dominicana. Aclaró que, en el momento del asesinato de las Mirabal, Imbert no era gobernador y que incluso llegó a expresar públicamente su indignación por el crimen. Según Busto, su esposo fue encarcelado por orden de Trujillo tras enviar un telegrama que confirmaba la supervivencia de expedicionarios de 1949, impidiendo así su eliminación.
Para Giralda Busto, resulta injusto que se minimice la importancia del 30 de mayo, fecha que califica como el verdadero “Día de la Libertad” y sin la cual —asegura— no habría sido posible la Revolución de Abril ni la libertad de expresión actual. Con voz firme, defendió que el legado de Imbert Barrera no debe reducirse a controversias políticas, sino reconocerse por su papel decisivo en el fin de la dictadura y su compromiso con su familia y el país.