Desde el corazón de Sabaneta de Jaina, en San Cristóbal, surge la obra de Wilton de Jesús Jáquez, un escultor que encontró su vocación entre los troncos y el polvo del taller de Frank Coronado en Montelargo, donde comenzó su formación a los 10 años. Sus manos curtidas y su mirada serena reflejan la pasión de más de veinticinco años dedicados a transformar la madera en figuras que cuentan historias de lucha, fe y humanidad.
Inspirado por la naturaleza y las emociones humanas, Jáquez trabaja con maderas preciosas como caoba, roble y acacia, materiales a los que da forma con esmero y paciencia. En su pequeño taller, rodeado de árboles y acompañado de su familia, cada golpe de cincel se convierte en una oración, una manera de rendir homenaje a lo cotidiano. Sus esculturas no solo decoran espacios, sino que transmiten mensajes de fortaleza y esperanza, convirtiéndose en símbolos del alma dominicana.
Reconocido por el Museo de Arte Moderno y coleccionistas como Fernando Báez Guerrero, Jáquez anhela llevar su arte más allá de las fronteras. Sueña con exponer sus obras en España, Italia y Nueva York, donde espera dejar la huella del talento dominicano. Mientras tanto, continúa su labor con humildad y fe, consciente de que su arte es su legado y su nombre ya forma parte del patrimonio cultural de su país.