La situación en Washington se torna cada vez más compleja para el presidente Donald Trump. La destitución del director del FBI, James Comey, las revelaciones del Washington Post sobre informaciones privilegiadas compartidas con diplomáticos rusos, y la creciente presión institucional han encendido las alarmas. Según el analista Don Grimer Méndez, este panorama recuerda al caso Watergate, lo que podría desembocar en un proceso de impeachment si continúan acumulándose indicios de abuso de poder o intervención extranjera en las elecciones de 2016.
El punto más preocupante proviene de la revelación de que Trump habría compartido información clasificada con el canciller ruso Sergei Lavrov y el embajador de Rusia, rompiendo no solo protocolos diplomáticos sino también comprometiendo la seguridad nacional. A ello se suma el hecho de que Comey, quien investigaba la posible injerencia rusa en las elecciones, fue despedido tras negarse a comprometer su independencia investigativa. Este acto recuerda las maniobras de encubrimiento del gobierno de Nixon en los años 70.
Don Grimer advierte que Trump no es un presidente convencional. Su estilo impulsivo, su desconocimiento de la política internacional y su trato hacia las instituciones democráticas han desatado temores sobre la estabilidad de su mandato. Mientras tanto, los principales medios y la opinión pública permanecen vigilantes, a la espera de una posible crisis constitucional sin precedentes en la historia moderna de Estados Unidos.