La cirugía plástica en la República Dominicana ha dejado de ser un servicio exclusivo para quienes tienen altos recursos. Hoy, el sistema público de salud experimenta un crecimiento sin precedentes, permitiendo que miles de personas puedan acceder a procedimientos reconstructivos y estéticos que antes les resultaban impensables.
Mientras en centros privados una cirugía puede costar entre US$2,500 y US$7,200, los hospitales públicos ofrecen intervenciones similares por RD$50,000 a RD$80,000, abriendo la puerta a pacientes que buscan recuperar su salud, funcionalidad o autoestima.
Uno de los ejemplos más notorios es el Hospital Salvador B. Gautier, que solo entre enero y noviembre de 2025 atendió más de 7,000 pacientes, de los cuales más de 1,000 correspondieron a cirugías estéticas y reconstructivas.
Sin embargo, el aumento en la demanda también ha revelado un serio desafío: la llegada masiva de pacientes afectados por biopolímeros y procedimientos realizados por personas sin formación médica, muchas veces en salones o viviendas. Estas intervenciones clandestinas siguen provocando daños severos que requieren largas y costosas reconstrucciones.
Aun así, las autoridades destacan que el fortalecimiento de la cirugía plástica pública representa un avance significativo, democratizando un servicio que impacta directamente en la calidad de vida de miles de dominicanos.
Además del Gautier, otros centros como el Hospital Ney Arias Lora, el Moscoso Puello y el Darío Contreras han ampliado sus unidades de cirugía reconstructiva, atendiendo casos complejos derivados de accidentes, quemaduras, malformaciones congénitas y secuelas de procedimientos estéticos mal realizados. Estos hospitales reportan listas de espera crecientes, reflejo de la confianza ciudadana en la capacidad del sistema público.
Los especialistas explican que el auge se debe, en parte, a la inversión en equipos modernos, quirófanos renovados y la formación de nuevos cirujanos plásticos en programas avalados por el Estado. Esto ha permitido ofrecer intervenciones con estándares similares a los de clínicas privadas, pero a un costo significativamente menor, manteniendo altos niveles de seguridad.
A pesar de los avances, cirujanos y autoridades coinciden en que todavía queda camino por recorrer, especialmente en materia de educación ciudadana y regulación. Insisten en que la población debe evitar procedimientos en lugares no autorizados y acudir únicamente a médicos certificados, porque aunque la cirugía pública ha crecido como nunca, el riesgo de intervenciones irregulares sigue siendo una amenaza latente para la salud nacional.