El comunicador Manuel Cruz ofreció un análisis crítico sobre las remesas que los dominicanos envían desde el exterior. Cruz, quien ha sido un firme defensor de la mujer y de la importancia de su liderazgo en la política, aprovechó su intervención para reflexionar sobre el impacto que estas remesas tienen en la economía nacional y los desafíos subyacentes que reflejan.

A pesar de que las remesas, que alcanzan casi 10,000 millones de dólares en los primeros diez meses del año, son una fuente crucial de ingresos para el país, Cruz destacó que hay una “otra cara” de estos envíos que suele ser ignorada. Según el comunicador, aunque el país celebra los beneficios que estas remesas traen, como un indicio de éxito de las políticas públicas, lo cierto es que gran parte de este dinero se destina a cubrir necesidades básicas, lo que refleja la falta de empleos adecuados y programas sociales efectivos para la población dominicana.

Cruz subrayó que, aunque la cantidad de remesas es impresionante, gran parte de estos fondos son “dádivas” o ayudas de los dominicanos en el exterior a sus familias para cubrir alimentos y necesidades cotidianas, lo que pone de manifiesto una estructura económica aún débil. Además, mencionó que el gobierno ha habilitado servicios para facilitar la inversión de los dominicanos en el país, pero no ha establecido una compensación justa por los millones que envían al país. “No les damos absolutamente nada, lo único que les damos es la gracia por mandarnos 10,000 millones de dólares cada año”, comentó Cruz.

El comunicador también propuso la creación de políticas más equitativas, como otorgar becas a dominicanos en el extranjero y eliminar ciertos impuestos como el IPI (Impuesto a la Propiedad Inmobiliaria) para viviendas hasta 15 millones de pesos. Además, sugirió la implementación de un censo para conocer mejor las necesidades de la diáspora y brindarles acceso a servicios médicos y de salud.

Cruz concluyó destacando que, aunque celebra las remesas, estas también reflejan una “grave desigualdad” y un “olvido histórico” hacia los dominicanos en el exterior, quienes son fundamentales para la economía del país, pero no reciben el apoyo que merecen.