Por primera vez en la historia, una mujer encabezará la Iglesia Anglicana de Inglaterra. Sarah Mullally, de 63 años, fue designada como arzobispa de Canterbury por el rey Carlos III, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar el puesto más alto de la denominación que Enrique VIII fundó tras separarse de la Iglesia Católica.
Mullally, quien ya había sido obispa de Londres desde 2018, inició su carrera profesional como enfermera en el Servicio Nacional de Salud (NHS) antes de ingresar al clero. “Sé que se trata de una enorme responsabilidad, pero la asumo con una sensación de paz y confianza en Dios, que me guiará como siempre ha hecho”, declaró la nueva primada anglicana, cuya influencia es más simbólica que ejecutiva, pero altamente respetada dentro de la comunidad anglicana mundial.
La Iglesia Anglicana, aunque enfrenta un declive en fieles activos —solo un 12% según el censo de 2021—, sigue siendo la religión oficial del país y mantiene relevancia pública. Mullally asumirá el cargo tras la dimisión de Justin Welby en noviembre de 2024, quien estuvo envuelto en múltiples escándalos de encubrimiento de abusos a menores. Durante el periodo interino, Stephen Cottrell ocupó la sede de Canterbury mientras se resolvía la sucesión.
La designación de Mullally simboliza el aperturismo reciente de la iglesia hacia las mujeres y su rol en la jerarquía, en un contexto de debates internos sobre inclusión LGTBIQ y bendiciones a parejas del mismo sexo. Su nombramiento marca un hito histórico en la institución y abre un nuevo capítulo en la tradición anglicana que combina fe, historia y modernización.