La posibilidad de una Tercera Guerra Mundial ha sido durante décadas uno de los mayores temores de la humanidad, especialmente tras las devastadoras consecuencias de los dos conflictos mundiales del siglo XX. En la actualidad, ese temor resurge ante el aumento de tensiones geopolíticas entre potencias nucleares como Estados Unidos, Rusia, China e Irán, así como por los conflictos regionales que amenazan con desbordarse a escala global.
La proliferación de armas avanzadas, el uso de inteligencia artificial militar y la ciberseguridad como nuevo frente de batalla han transformado el panorama bélico, haciéndolo aún más impredecible y peligroso.
Diversos analistas advierten que un conflicto de esta magnitud podría no solo involucrar enfrentamientos armados tradicionales, sino también ataques cibernéticos masivos, sabotajes a infraestructuras críticas y el uso potencial de armas nucleares, con consecuencias catastróficas para la humanidad.
Aunque muchos gobiernos insisten en que buscan soluciones diplomáticas, los discursos beligerantes, las alianzas militares tensas y la falta de consenso en organismos internacionales como la ONU, mantienen latente el riesgo de una confrontación global que nadie quiere, pero para la cual pocos parecen estar dispuestos a ceder.