Ciudad del Vaticano. — Una imagen ha conmovido al mundo entero en las últimas horas: la de una monja llorando desconsoladamente mientras se despide del Papa Francisco. La escena fue captada en la Basílica de San Pedro, en medio de un ambiente solemne donde solo se encontraban autoridades vaticanas.
Se trata de la hermana Genevieve Jennings, de 81 años, una religiosa argentina que ha dedicado más de medio siglo a su labor pastoral en Italia, acompañando a los más vulnerables: personas LGBTQ+, prostitutas, migrantes y marginados sociales. Con una mochila al hombro y un pañuelo en la mano para secarse las lágrimas, Jennings se acercó al Papa por última vez en un gesto que ya da la vuelta al mundo.
La imagen, cargada de emoción, muestra a la religiosa inclinada, con el rostro lleno de dolor, en un adiós que trasciende lo protocolar y se instala en la esfera íntima de una amistad profunda. Durante años, Jennings llevó a muchas de las personas a las que asistía a las audiencias del Vaticano, donde Francisco las recibía con afecto y apertura.
El Papa, según fuentes cercanas, la llamaba cariñosamente “la niña terrible” en francés por su carácter frontal, su irreverencia cristiana y su dedicación sin concesiones a los olvidados.
Aunque el Vaticano no ha emitido una declaración oficial sobre el momento captado en video, la escena ha sido ampliamente compartida en redes sociales, generando reacciones de admiración y lágrimas en millones de personas. Muchos la consideran el símbolo perfecto del afecto humano y la espiritualidad sin jerarquías que Francisco predicó durante su papado.
“Una amiga lo acompañó hasta el final”, se lee en uno de los comentarios más compartidos. Una despedida sin palabras, pero llena de significado.