Diversas voces en medios de comunicación y círculos políticos han cuestionado duramente la conducta de Alfonso Crisóstomo, conocido como “El Querido”, exdiputado del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), tras una serie de declaraciones públicas consideradas ofensivas hacia la mujer y la institucionalidad política. Aunque el secretario general del PLD, Reinaldo Pared Pérez, reveló haberlo reprendido y que el dirigente prometió bajar su perfil, muchos consideran que las acciones correctivas deben ir mucho más allá de un simple llamado de atención.

Analistas y comunicadores han señalado que el comportamiento de Crisóstomo no solo ofende a su familia y a las mujeres dominicanas, sino que también daña la imagen de su partido. Algunos sugieren que el PLD debería suspenderlo de sus funciones o incluso inhabilitarlo como dirigente, mientras que otros entienden que el presidente de la República debería destituirlo oficialmente del cargo que ocupa en Puerto Plata. Se ha recordado que en los orígenes del PLD existía una política de estricta disciplina moral hacia sus cuadros, algo que muchos consideran debe recuperarse.

El caso ha alcanzado una alta notoriedad pública y ha generado múltiples tendencias en redes sociales, no solo por el tono burlesco con el que Crisóstomo se ha expresado, sino también por la viralización de sus declaraciones sobre relaciones extramaritales. Ante esto, se exige al partido y al gobierno que emitan un mensaje contundente a la sociedad dominicana, reafirmando que los dirigentes públicos deben ser un ejemplo de responsabilidad, respeto y ética en tiempos donde la ciudadanía exige mayor integridad de sus representantes.