En un video difundido públicamente, Jimmy Chérizier, alias “Barbecue”, se dirigió directamente al FBI luego de que Estados Unidos aumentara a cinco millones de dólares la recompensa por su captura. El líder armado haitiano expresó su disposición a colaborar con las autoridades, pero advirtió que solo lo hará si “no se siguen propagando mentiras sobre Basil Richardson”, a quien defendió asegurando que nunca le ha financiado.
Las declaraciones llegan en medio de una creciente presión internacional para frenar la violencia en Haití, donde Chérizier ha sido señalado por múltiples actos delictivos y por liderar una red de grupos armados. Washington mantiene una investigación activa para localizarlo, mientras organizaciones internacionales alertan sobre el impacto de su influencia en la inseguridad del país.
Analistas consideran que la postura de “Barbecue” podría responder a una estrategia mediática para limpiar su imagen y tomar control del relato público sobre su figura. Entretanto, el caso de Basil Richardson sigue bajo la lupa por presuntos vínculos criminales, aunque las palabras del líder armado buscan desligarlo por completo de cualquier acusación.
La difusión del video ha generado reacciones mixtas en Haití y en la comunidad internacional. Algunos sectores ven el pronunciamiento como una señal de que Chérizier busca negociar en medio de su situación crítica, mientras otros lo interpretan como un intento desesperado de ganar tiempo y apoyo entre sus simpatizantes. La figura de “Barbecue” sigue siendo polarizante, especialmente en barrios populares donde mantiene respaldo por su discurso contra la corrupción política.
Fuentes de seguridad en Puerto Príncipe señalan que, pese a sus declaraciones públicas, el líder armado continúa operando con un alto nivel de movilidad y protección, lo que ha dificultado su captura. La reciente alza en la recompensa busca incentivar la colaboración ciudadana, aunque en zonas controladas por sus seguidores prevalece el miedo a represalias.
Por su parte, organizaciones de derechos humanos advierten que la crisis de seguridad en Haití no puede reducirse únicamente a la detención de figuras como Chérizier. Insisten en que, para lograr una solución sostenible, se deben abordar las causas estructurales que alimentan el poder de las pandillas, como la pobreza, la falta de instituciones sólidas y la corrupción endémica.