La comunidad de Esperanza, en la provincia Valverde, se encuentra conmocionada por el asesinato de Luz Marina Arias Reyes, de 38 años, quien fue brutalmente atacada con machete por su expareja, Nelson Alvarado. El hecho ocurrió luego de meses en los que la víctima había denunciado maltratos y buscado protección. Alvarado, con antecedentes penales por violencia física contra Luz Marina, tenía una orden de alejamiento vigente y tenía prohibido regresar al municipio. Sin embargo, esa medida no bastó para detener su accionar.
Familiares de la víctima denunciaron que las amenazas eran constantes y que Luz Marina vivía atemorizada. Un testigo directo afirmó que Alvarado había expresado en varias ocasiones su intención de matarla si ella intentaba alejarse. “Él decía que si Marinita se dejaba de él, la iba a matar”, relató un allegado. También se confirmó que el agresor ya había sido expulsado previamente del entorno familiar tras episodios de violencia anteriores. Para muchos, el crimen fue premeditado y demuestra un patrón de abuso no atendido por las autoridades.
La indignación colectiva no se hizo esperar. Vecinos, familiares y organizaciones comunitarias exigen justicia, cuestionando la efectividad de las medidas de protección y el seguimiento judicial en casos de violencia de género. Luz Marina no solo denunció: pidió ayuda y confió en el sistema. Hoy su muerte levanta una vez más la alarma sobre los vacíos institucionales que siguen costando vidas en República Dominicana.