Cristian Casablanca negó categóricamente las acusaciones de que su método para ofrecer números de lotería sea un “truco” o una estrategia colectiva para asegurar ganadores. En su intervención pública —citando ejemplos de aciertos recientes— dijo que se trata de un don personal y de numerología que comparte con la audiencia, y rechazó las imputaciones de Karim sobre manipulación de resultados.

Los críticos sostienen que entregar múltiples combinaciones a grupos amplios incrementa la probabilidad de acierto y equivale a una práctica engañosa; Casablanca respondió que actúa públicamente, con transparencia, y que quienes lo acusan confunden la estadística con fraude. Aclaró además que sus llamados son voluntarios, que no obliga a nadie a jugar cantidades específicas y que su propósito es ayudar a quienes confían en su método.

El caso reaviva el debate sobre la regulación y la ética en sectores informales vinculados a juegos de azar y “pronósticos” televisados. Expertos recuerdan la necesidad de distinguir entre entretenimiento, asesoría y conducta potencialmente fraudulenta, y subrayan que, si hay reclamaciones formales, corresponde a las autoridades competentes investigarlas.