La estabilidad macroeconómica sigue siendo un elemento esencial para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y la mejora del bienestar social en la República Dominicana. Así lo afirmó Jaime Aristy Escuder en su más reciente comentario económico, donde subrayó que el Gobierno y el Banco Central tienen la responsabilidad de aplicar políticas firmes que aseguren un entorno estable y favorable al crecimiento.
Aristy Escuder destacó que entre 2012 y 2019 el país vivió un período de notable estabilidad, gracias a la implementación de una política monetaria basada en un esquema de metas de inflación claras y coherentes. Este enfoque, acompañado de ajustes oportunos en la tasa de interés de referencia y una gestión prudente de la liquidez, permitió mantener la inflación en torno a un 2.9% anual, reducir la volatilidad de las variables macroeconómicas y garantizar un crecimiento promedio del PIB cercano al 5% anual.
Sin embargo, el economista advirtió que desde marzo de 2020 se ha observado una modificación en la conducción de la política monetaria que podría estar debilitando su capacidad de preservar la estabilidad macroeconómica. Afirmó que si bien el entorno internacional ha sido desafiante, es imprescindible retomar un esquema de metas de inflación sólido, transparente y predecible.
Jaime Aristy Escuder concluyó señalando que “la estabilidad no es negociable”, y que sin una política monetaria disciplinada, el país podría enfrentar mayores presiones inflacionarias y un deterioro en la confianza económica.
Aristy Escuder también resaltó que la pérdida de consistencia en la política monetaria afecta directamente las expectativas de los agentes económicos, lo que puede traducirse en decisiones de inversión más cautelosas y un ritmo de crecimiento más lento. Explicó que, cuando las metas de inflación no están claramente definidas o cuando el mercado percibe señales contradictorias, el costo del financiamiento aumenta y se reduce la capacidad del país de atraer capital en condiciones favorables.
Además, advirtió que una política monetaria menos predecible podría amplificar los efectos de choques externos, como aumentos en los precios del petróleo, tensiones geopolíticas o variaciones abruptas en las tasas internacionales de interés. Por eso insistió en la necesidad de retomar la ortodoxia monetaria, fortalecer la comunicación del Banco Central y garantizar que las decisiones sobre tasas y liquidez estén alineadas con un objetivo central: proteger el poder adquisitivo de los hogares dominicanos y asegurar un crecimiento estable y sostenido.