Había una vez en la ciudad de Aguascalientes, un equipo de paramédicos liderados por Rogelio. Esa noche, recibieron un reporte sobre un accidente en la conocida Avenida Aguascalientes Oriente, en el cruce con Prolongación Alameda. Era una noche oscura y la lluvia caía de manera persistente.

Sin importar las difíciles condiciones climáticas, Rogelio y su equipo se apresuraron hacia el lugar del accidente. Al llegar al puente vehicular, se encontraron con un escenario desgarrador. Un vehículo de modelo reciente había volcado, con las llantas apuntando hacia el cielo. Parecía un espectáculo surrealista.

Con cautela, los paramédicos se acercaron al vehículo. Y allí, dentro del coche, se encontraba el conductor, atrapado entre los hierros retorcidos. A pesar de la gravedad del accidente, el hombre estaba consciente y se quejaba de un intenso dolor.

Rogelio y su equipo comenzaron a trabajar rápidamente para liberar al conductor y brindarle la atención médica necesaria. Mientras trabajaban en su rescate, notaron que el hombre parecía incoherente y repetía palabras confusas. “¿Dónde está la niña? ¿Qué pasó con la niña?” decía en medio del caos.

 

Continuación

 

Esta misteriosa afirmación desconcertó a los paramédicos. No había evidencia de que hubiera alguien más en el vehículo, aparte del conductor. Pero el hombre insistía en la presencia de una niña en el automóvil. ¿Quién era esa niña? ¿Cómo podía haber desaparecido en medio del accidente?

Conforme avanzaban en el rescate, Rogelio y su equipo se dieron cuenta de que algo no cuadraba. La voz del hombre, llena de angustia, parecía surgir desde lo más profundo de su ser. Era como si estuviera atormentado por la presencia de la niña. Pero, ¿dónde estaba ella?

Una vez que lograron liberar al conductor, lo trasladaron rápidamente a la ambulancia para proporcionarle una atención médica más completa. Con el paso del tiempo, el hombre comenzó a calmarse y recuperar la claridad mental. Ahora, estaba en condiciones de relatar lo sucedido.

El hombre explicó que estaba conduciendo solo aquella noche fatídica. Sin embargo, al descender del puente, vio a una niña aparecer repentinamente frente a su automóvil. Intentó desviar su trayectoria, pero fue demasiado tarde. El impacto fue inevitable.

Lo que resultó aún más desconcertante fue que, al inspeccionar el área del accidente, no se encontró rastro alguno de la niña. Parecía haber desaparecido en el aire. ¿Era acaso una ilusión? ¿Un producto de la confusión del conductor en medio del accidente?

Los paramédicos y las autoridades investigaron exhaustivamente, pero no encontraron ninguna evidencia de la existencia de una niña en el lugar del accidente. A medida que se profundizaba en la historia, surgieron teorías y leyendas urbanas que hablaban de sucesos similares en ese mismo puente.