“De los altares al escenario: exsacerdote inicia vida como drag queen”.

Una historia de fe, transformación y autenticidad ha llamado la atención en redes sociales y medios locales. Se trata de Roxana, una joven artista del transformismo que un día vistió sotana y soñó con ser sacerdote. Hoy, en lugar de prédicas en el altar, entrega su mensaje desde otro escenario: el del arte drag queen.

Su tránsito de la vida religiosa al mundo del espectáculo no fue repentino. Según relata la drag queen, todo cambió cuando se le asignó preparar una prédica sobre el “pecado” de la homosexualidad. Al escribirla, algo no encajaba. “Me quedé pensando y dije: ‘No es lo que yo creo. No es el Dios en el que yo creo’”, confesó. “Ahí dije: ‘Estoy en el lugar equivocado’”.

Fue en ese momento cuando decidió colgar la sotana, aunque aclara que no ha dejado de lado su espiritualidad. “Yo seré sacerdote hasta el día que me muera. Todavía me echo la bendición antes de salir al público. Le digo a Dios: ‘Que hoy me vaya bien en el escenario, que me aplaudan, que la gente reciba el mensaje’”, dijo la drag queen.

Roxana no ve contradicción alguna entre su antiguo rol como aspirante al sacerdocio y su nueva identidad como artista drag. Para ella, lo esencial no está en la apariencia, sino en lo que se comunica. “Estamos en un mundo diverso, multiétnico, pluricultural, maravilloso. Y eso es lo que la gente debe entender: que en esta diversidad tenemos que convivir”, expresó.

Aunque su camino ha estado lleno de obstáculos, incluyendo discriminación, prejuicios y dificultades económicas, Roxana ha logrado convertirse en un símbolo de amor propio y valentía. Su historia demuestra que ser auténtico, incluso en los contextos más tradicionales, puede ser un acto profundamente espiritual.