El USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande y avanzado de Estados Unidos, arribó a las aguas del Caribe bajo órdenes del secretario de Defensa norteamericano, como parte del despliegue militar del Comando Sur cerca de las costas de Venezuela.
La llegada de esta imponente embarcación, considerada un símbolo del poder naval estadounidense, busca respaldar las operaciones estratégicas impulsadas por el presidente Donald Trump en la región. Fuentes militares indicaron que su presencia refuerza la vigilancia marítima y las maniobras de disuasión ante eventuales amenazas en el área.
El movimiento ha despertado reacciones en distintos países latinoamericanos, que observan con cautela el incremento de la actividad militar estadounidense en una zona considerada de alta sensibilidad geopolítica.
El USS Gerald R. Ford cuenta con una tripulación de más de 4,500 marinos y tiene capacidad para transportar más de 75 aeronaves, entre cazas, helicópteros y drones de última generación. Su tecnología de lanzamiento electromagnético y su avanzada infraestructura lo convierten en la joya de la marina estadounidense y en el buque insignia de su flota naval.
Según analistas internacionales, este despliegue no solo responde a ejercicios militares rutinarios, sino que podría estar vinculado a la creciente influencia de potencias como Rusia y China en América Latina, especialmente en países como Venezuela, Cuba y Nicaragua. La presencia del portaaviones enviaría un mensaje claro sobre la determinación de Washington de mantener su dominio estratégico en el hemisferio occidental.
Mientras tanto, gobiernos de la región han expresado preocupación por el aumento de la tensión militar en el Caribe. Algunos expertos advierten que esta maniobra podría reavivar disputas diplomáticas y generar un clima de incertidumbre política en momentos en que América Latina enfrenta desafíos económicos y sociales que requieren estabilidad y cooperación internacional.