Cuando su madre la entregó a los 13 años a un pastor evangélico para que “curara” su transexualidad, Jacque Chanel estaba lejos de imaginar que cuatro décadas después abriría la primera iglesia trans de Brasil.

Ubicada en una planta de un estrecho y vetusto edificio del centro de Sao Paulo, la pequeña iglesia con paredes de colores vivos acoge semanalmente a fieles transexuales, muchas veces habitantes de la calle, excluidos de la sociedad por partida doble.

“Vivimos en una sociedad que nos maltrata, nos discrimina. Lo que hago aquí es dar esperanza, empoderar a las personas trans”, afirma Jacque Chanel, de 56 años, nombre elegido en alusión a Jackie Kennedy y a la firma de lujo francesa.