La terapeuta dominicana Melissa Pol, junto a la psicóloga Mayra Pichardo, abordaron en su canal de YouTube una de las problemáticas más frecuentes en las relaciones de pareja actuales: la presión social que enfrentan muchas mujeres para convertirse en madres antes de los 30 años, aun cuando no se sienten preparadas emocional, económica o relacionalmente.
Durante el espacio, ambas especialistas señalaron que, a partir de los 28 o 30 años, muchas mujeres comienzan a experimentar una urgencia externa alimentada por preguntas recurrentes del entorno como “¿y cuándo viene el bebé?”, lo que puede llevarlas a tomar decisiones apresuradas, incluso con parejas que no consideran adecuadas a largo plazo.
Pol y Pichardo coincidieron en que tener hijos para cumplir expectativas sociales o para intentar retener a una pareja constituye una decisión dañina. En ese sentido, advirtieron que cuando la maternidad se utiliza como herramienta emocional o económica, no solo se vulnera a la mujer, sino también al futuro hijo, al que definieron como el principal afectado de estas dinámicas.
Asimismo, subrayaron la importancia de establecer acuerdos claros desde el noviazgo sobre el deseo —o no— de tener hijos. Alertaron que muchas mujeres inician relaciones esperando cambiar la postura de un hombre que ya ha expresado no querer ser padre, lo que suele derivar en frustraciones y conflictos irreversibles.
En cuanto a la crianza, Melissa Pol compartió su visión personal de que, al momento de convertirse en madre, le gustaría reducir su ritmo laboral para dedicarse plenamente a sus hijos durante los primeros dos años de vida. Mayra Pichardo añadió que, desde una perspectiva psicológica, lo ideal es que los niños puedan contar con la presencia constante de la madre durante los primeros tres años, etapa clave para su desarrollo emocional.
Finalmente, ambas especialistas resaltaron la importancia del rol paterno, afirmando que ninguna mujer puede asumir simultáneamente las funciones de padre y madre. Indicaron que la presencia activa del padre es fundamental en la formación de la identidad y la personalidad de los hijos, y que la crianza saludable requiere corresponsabilidad y acuerdos previos entre la pareja.