WASHINGTON D.C.– La congresista republicana por Georgia, Marjorie Taylor Greene, presentó un proyecto de ley ante la Cámara de Representantes que busca declarar el inglés como el idioma oficial de Estados Unidos. La iniciativa surge tras los comentarios del cantante puertorriqueño Bad Bunny, quien recientemente instó a los estadounidenses a aprender español antes de su presentación en el Super Bowl LX 2026.

Greene, conocida por su postura conservadora y sus propuestas polémicas, argumenta que establecer el inglés como idioma oficial reforzaría la unidad nacional y garantizaría la coherencia en la administración pública. “Es esencial que haya un idioma común para que el gobierno funcione de manera eficiente y que todos los ciudadanos puedan participar plenamente en la vida cívica”, afirmó la legisladora durante su presentación.

El proyecto generó reacciones encontradas: mientras algunos legisladores conservadores apoyan la medida como un paso hacia la preservación de la identidad cultural estadounidense, críticos y defensores de los derechos de las minorías advierten que podría marginar a comunidades hispanohablantes y otras poblaciones que no dominan el inglés, generando tensiones sociales y limitando el acceso a servicios públicos.

Expertos en política estadounidense señalan que la propuesta de Greene forma parte de una tendencia creciente entre legisladores conservadores que buscan reforzar políticas de “un solo idioma” en estados con alta diversidad lingüística. Según analistas, aunque la medida podría ser simbólica, tendría implicaciones legales significativas, afectando la documentación oficial, la educación y los servicios gubernamentales en áreas con gran población inmigrante.

Organizaciones defensoras de los derechos civiles han advertido que imponer el inglés como idioma oficial podría exacerbar la discriminación lingüística y limitar la participación de comunidades que dependen de otros idiomas para acceder a la información pública y servicios esenciales. Activistas señalan que políticas de este tipo podrían reforzar barreras sociales y económicas, afectando la integración de grupos minoritarios en la sociedad estadounidense.

Por su parte, la congresista Greene ha defendido su iniciativa como un paso necesario para proteger la identidad cultural del país y fortalecer la cohesión nacional. “No se trata de discriminar a nadie, sino de garantizar que todos los ciudadanos tengan un idioma común para interactuar con el gobierno y entre sí”, aseguró, subrayando que el proyecto será discutido en las próximas sesiones del Congreso y podría convertirse en un tema central de debate político durante los próximos meses.