En un mundo donde el deporte y la vida pueden dar giros inesperados, la historia de Ramón, un destacado jugador de baloncesto, es un testimonio de la fragilidad y la fortaleza humanas. Conocido cariñosamente como “Patón”, Ramón solía ser un joven saludable y enérgico, cuyo amor por el baloncesto comenzó a los 14 años. A los 18, se convirtió en jugador profesional, destacándose en el equipo superior de baloncesto de Pueblo Nuevo, Santiago. Su habilidad en la cancha y su carisma fuera de ella le ganaron el respeto y cariño de muchos.
“Patón tenía un don especial para conectar con las personas”, recuerda su esposa Carmen. “Siempre tenía ese amor y cariño que transmitía a todos los que lo rodeaban”. Su vida personal reflejaba la misma calidez: un esposo amoroso, padre juguetón y compañero dedicado. Sus amigos y colegas lo describen como un líder ejemplar, disciplinado y motivador.
Sin embargo, en 2011, la vida de Ramón cambió drásticamente. A los 38 años, comenzó a experimentar problemas de salud que inicialmente se pensaron relacionados con la vista. Pronto, el diagnóstico reveló un tumor cerebral, que llevó a una serie de complicadas cirugías y a una radiocirugía estereotáctica. A pesar de los desafíos médicos, su fe y la determinación de su familia han sido inquebrantables.
El 9 de febrero, Ramón entró en coma, pero su recuperación fue un milagro. Carmen atribuye su resurgimiento a la misericordia divina y a la fe inquebrantable en Dios. “Mis hijos han sido un gran apoyo, ayudando a sus padres a mantener la esperanza y a creer que todo esto es parte del proceso”, dice Carmen.
Actualmente, Ramón enfrenta una parálisis en el lado izquierdo de su cuerpo y dificultades en el habla, además de los altos costos de los tratamientos, que superan los 300 a 400 dólares. La familia de Ramón ha recurrido a terapias naturales y se enfrenta a grandes dificultades económicas. Carmen agradece a quienes han contribuido y hace un llamado a la solidaridad de autoridades, fundaciones y personas de buen corazón.
A pesar de los desafíos, la familia mantiene la esperanza de que con la ayuda de la comunidad y la providencia divina, Ramón pueda recuperar su salud y volver a ser la persona que una vez fue. La historia de Ramón es un recordatorio de la vulnerabilidad humana y de la importancia de la solidaridad en tiempos de necesidad.