Tras casi dos décadas de reclamos y miles de víctimas marcadas de por vida, la República Dominicana ha dado un paso histórico al tipificar como delito grave los ataques con ácido del diablo y otras sustancias tóxicas. El nuevo Código Penal dominicano, aprobado recientemente, contempla en su artículo 103 sanciones de hasta 40 años de prisión para quienes utilicen productos corrosivos, inflamables o similares como arma de agresión.

La ley clasifica estos ataques en tres niveles: si la víctima sufre lesiones permanentes, mutilaciones o desfiguración, la condena será de 30 años de prisión y una multa de 30 a 40 salarios mínimos. Si no hay daños físicos permanentes, la pena será de 5 a 10 años.

En los casos más graves, donde la víctima sea menor de edad o se encuentre en situación de vulnerabilidad, la pena puede ascender hasta 40 años, sin importar si hubo daño físico visible, además de una multa de hasta 1,000 salarios mínimos. Esta medida complementa la resolución emitida por Pro Consumidor en 2021 que prohíbe la venta de los químicos usados para fabricar esta sustancia, dando respuesta al clamor colectivo de cientos de sobrevivientes y activistas.

¿Qué tan peligroso es el ácido del diablo en el cuerpo humano?

El ácido del diablo es una mezcla altamente corrosiva, compuesta generalmente por ácido sulfúrico y otros químicos tóxicos que, al entrar en contacto con la piel o tejidos del cuerpo humano, causa quemaduras graves, profundas y en muchos casos irreversibles.

Su peligrosidad radica en la rapidez con la que penetra la piel, generando destrucción inmediata de tejidos, necrosis, y un dolor intenso. En cuestión de segundos puede desfigurar el rostro, causar pérdida de visión si entra en contacto con los ojos, e incluso afectar órganos vitales si es inhalado o ingerido accidentalmente.

Además del daño físico, los efectos psicológicos y sociales son devastadores. Las víctimas suelen enfrentar secuelas permanentes como cicatrices visibles, dificultades para volver a insertarse en la sociedad, y traumas emocionales profundos. La rehabilitación médica es larga y costosa, incluyendo cirugías reconstructivas, terapias físicas y apoyo psicológico. Por su altísima capacidad destructiva, el ácido del diablo no solo representa un arma de agresión física, sino una forma brutal de violencia que transforma por completo la vida de quien lo sufre.