Durante una cena privada en Canadá junto al primer ministro Justin Trudeau, el expresidente Barack Obama provocó una inusual concentración de admiradores en las afueras del establecimiento. Lo que inició como un encuentro discreto terminó convirtiéndose en un fenómeno mediático, con cientos de personas aglomeradas solo para verlo salir.

La multitud que aguardaba a Obama superó la que normalmente acompaña a grandes figuras del entretenimiento, al punto de que algunos asistentes compararon el ambiente con la llegada de Justin Bieber. Entre aplausos, gritos y teléfonos levantados, el exmandatario saludó brevemente, mostrando su habitual cercanía y generando aún más entusiasmo entre los presentes.

La escena confirmó que, pese a haber dejado la Casa Blanca hace años, Obama mantiene un magnetismo político y social poco común. Su presencia continúa despertando interés intergeneracional y reforzando su imagen como una de las figuras más influyentes del panorama global.