Durante una conversación televisiva, la destacada humorista Lumy Lizardo se pronuncia enérgicamente sobre la falta de profesionalismo que afecta el arte del humor en República Dominicana. Lizardo asegura que muchas figuras emergentes asumen títulos como “actriz” o “humorista” sin la debida preparación, basando su credibilidad únicamente en la viralidad o la popularidad pasajera. “Me indigna que la mujer sea representada de forma tan indigna. Salgo al escenario sabiendo que represento el humor femenino dominicano y eso implica respeto y responsabilidad”, afirma.
Lizardo diferencia entre ser comediante y ser humorista, aclarando que esta última categoría exige habilidades múltiples como escribir, interpretar y entender los códigos del humor con creatividad. “No todo el que hace reír es humorista”, expresa, mientras recuerda que su formación ha sido autodidacta pero rigurosa, cuidando cada personaje con un desarrollo psicológico y físico coherente. También agradece a Freddy Beras Goico por haber validado su talento, nombrándola como humorista por su capacidad creativa integral.
Consciente de sus limitaciones y de su compromiso con el público, Lizardo llama a sus colegas a asumir con seriedad el rol artístico que desempeñan. “Usted no es artista porque se autoproclame, sino porque el público lo reconoce”, sentencia. A su juicio, el respeto por el oficio es clave para la evolución del arte y para ofrecer a las nuevas generaciones una televisión digna y bien hecha.