El 24 de febrero el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el inicio de una “operación militar especial” en Ucrania unos días después de haber reconocido la independencia de las regiones ucranianas de Donetsk y Luhansk. Poco después, tropas rusas cruzaron la frontera e invadieron Ucrania, mientras se reportaron bombardeos en las principales ciudades ucranianas, incluyendo Kyiv y Járkiv, y la planta nuclear de Chernobyl fue capturada por los rusos.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ordenó una movilización militar general “con el fin de garantizar la defensa del Estado, mantener la preparación para el combate y la movilización de las Fuerzas Armadas de Ucrania, y otras formaciones militares”.

Desde entonces, el asedio ruso ha obligado a miles de ucranianos, en su mayoría mujeres y niños, a huir desesperadamente de los bombardeos hacia Europa central. Se estima que al menos 870.00 refugiados han salido de Ucrania a países vecinos como Polonia, Hungría o Eslovaquia, según la ONU. Mientras que muchos otros han decidido quedarse, como estos ciudadanos de Kyiv que construyen barricadas improvisadas y fabrican cócteles molotov para defender su ciudad.