En un partido lleno de dramatismo y emociones, los Chicago Cubs derrotaron 8-7 a los Cleveland Indians en 10 entradas y se proclamaron campeones de la Serie Mundial de Béisbol, poniendo fin a una sequía de títulos que se prolongaba desde 1908. El encuentro, disputado en el Progressive Field de Cleveland, se definió tras una remontada histórica en la serie, en la que los Cubs superaron un déficit de 3-1 para conquistar sus últimos tres partidos consecutivos.
La tensión fue máxima: los Indians lograron empatar en la novena entrada, pero los Cubs encontraron la fuerza para imponerse en el extrainning decisivo. En Chicago, la celebración desbordó las calles, especialmente en los alrededores del Wrigley Field, donde miles de fanáticos saltaron de alegría, algunos incluso con escenas pintorescas. Entre ellos, el actor Bill Murray, ferviente seguidor del equipo, fue uno de los rostros más felices en la histórica noche.
En el vestidor, la fiesta se vivió con champaña y júbilo tras recibir el trofeo de campeones. El intermedista Ben Zobrist fue reconocido como el Jugador Más Valioso de la serie. Con este triunfo, los Cubs no solo rompieron la llamada “maldición de la cabra”, sino que devolvieron el orgullo a la Ciudad de los Vientos, que atraviesa momentos difíciles por la violencia, demostrando que el deporte aún tiene el poder de unir y emocionar a toda una comunidad.