Cada vez más investigaciones revelan los peligros ocultos detrás de una práctica común en muchos hogares: calentar comida en recipientes plásticos dentro del microondas. Expertos en epidemiología y medicina ambiental advierten que esta acción puede liberar microplásticos y aditivos químicos que se transfieren a los alimentos y, eventualmente, al cuerpo humano.

Francesca Merced Nieves, experta en salud ambiental, explicó que al calentar alimentos o bebidas en recipientes plásticos incluidos tazas, biberones o tápers se incrementa la exposición a sustancias químicas como los ftalatos y los PFAS, las cuales se han relacionado con enfermedades cardiovasculares, trastornos neurológicos y algunos tipos de cáncer. “No solo es el calor, sino el uso constante y el deterioro del plástico lo que agrava el riesgo”, advirtió.

Además de los recipientes, otras fuentes cotidianas de exposición incluyen tablas de cortar de plástico, utensilios y sartenes con teflón. La especialista recomendó usar cristal, cerámica o madera para almacenar, calentar y preparar alimentos, y aunque aún no existen métodos comprobados para desintoxicar el cuerpo de microplásticos, sí insistió en que reducir la exposición es la mejor defensa posible.

El problema de los microplásticos va más allá de los utensilios de cocina. Según los expertos, estos diminutos fragmentos ya se encuentran en el aire, el agua potable y hasta en productos de uso diario, lo que hace casi imposible evitarlos por completo. Sin embargo, la exposición directa por el uso de plásticos en la alimentación sigue siendo una de las vías más preocupantes por su impacto acumulativo en la salud humana.

Uno de los aspectos más alarmantes mencionados por la doctora Merced es la falta de evidencia concluyente sobre cuánto tiempo permanecen estos microplásticos en el cuerpo. Aunque se sabe que se acumulan, todavía no hay estudios que determinen con exactitud su duración en los órganos o tejidos humanos. No obstante, la evidencia actual ya sugiere una conexión clara con efectos negativos en el desarrollo cerebral, el aprendizaje y el sistema endocrino.

Frente a este panorama, los expertos hacen un llamado urgente a cambiar hábitos cotidianos: sustituir los plásticos por materiales más seguros, evitar calentar alimentos en recipientes plásticos y revisar los utensilios del hogar. También piden a las autoridades establecer regulaciones más estrictas sobre el uso de químicos en envases alimenticios y utensilios de cocina, para proteger la salud pública y reducir la contaminación invisible a la que hoy estamos todos expuestos.