A casi cuatro años del fallecimiento del empresario Rubén Darío Cabrera Mera, dos de sus hijos continúan rechazando la versión oficial de un presunto suicidio. Desde entonces han exigido a las autoridades policiales y judiciales esclarecer cada irregularidad que, aseguran, comenzó en la misma escena donde ocurrió el hecho. La llegada tardía de la ayuda médica y el desconcierto inicial marcaron el inicio de una batalla que todavía no concluye.
Los familiares cuestionan el hallazgo de dos casquillos, la manipulación del arma y el comportamiento distante de algunos allegados que estaban presentes esa noche de septiembre de 2013. El informe de Patología Forense, que no certificó la muerte como suicidio y sugirió una investigación más profunda, reforzó las dudas de los hijos mayores del empresario, quienes afirman que la escena fue contaminada antes de la llegada de las autoridades.
El desconcierto aumentó cuando, según relatan, los presentes mostraron más preocupación por ocultar el arma que por asistir al hombre de 64 años. La familia insiste en que la cronología narrada por los testigos no coincide con la evidencia forense y reclaman que se esclarezcan las circunstancias reales del deceso. Casi 44 meses después, continúan exigiendo respuestas.