Una nueva crisis golpea el tablero político dominicano, esta vez desde la línea noroeste, con la controversial salida del dirigente César Augusto “Yayo” Matías del Partido Revolucionario Moderno (PRM) para pasar al Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Lo que parecía una simple reconfiguración de candidaturas, pasó a ser un escándalo nacional tras la filtración de un presunto cheque de 12 millones de pesos, emitido desde una cuenta del PRD, con fecha del 1 de febrero, a favor de Matías, quien ya no pertenecía formalmente a ese partido. El documento ha sido presentado por una fuente como prueba de una “compra política”, desatando reacciones de indignación y desconfianza.

La renuncia de Yayo Matías —quien era potencial candidato a senador— para ahora aspirar a una diputación ha generado desconcierto entre los que conocen su trayectoria y peso electoral. “Con ese perfil, bajar de nivel político no es absurdo… salvo que haya 12 millones de razones para hacerlo”, señaló el análisis. Esta situación se suma a la crisis de liderazgo que afronta el PRM, donde las salidas no son solo individuales, sino arrastran equipos completos de trabajo. La debilidad estructural de la oposición y la utilización de recursos públicos para transacciones partidarias reflejan lo más crudo del “mercado político” dominicano.

En un contexto donde los hospitales colapsan por falta de insumos y los sueldos del personal sanitario siguen sin ajustes, ver cifras millonarias circular en campañas de fichajes políticos resulta alarmante para muchos ciudadanos. La pregunta que queda flotando es: ¿de dónde sale este dinero y con qué control? Mientras los partidos continúan recibiendo fondos públicos sin mayores exigencias de transparencia, estos episodios alimentan el cinismo colectivo frente a la política, alejando a la ciudadanía y reafirmando la percepción de que los puestos públicos se compran, no se ganan.