Un video que reapareció en redes sociales ha generado una oleada de indignación y debate sobre los métodos de crianza. En las imágenes se ve a una madre rapando el cabello de su hija como castigo, inicialmente bajo el supuesto de que la adolescente se había burlado de una niña con cáncer. Sin embargo, más tarde se confirmó que el video, grabado en 2015, respondía a otra razón: la joven había publicado fotos indecentes en Facebook, lo que provocó la reacción extrema de su madre.

La acción, aunque justificada por la mujer como un castigo ejemplar, ha sido duramente criticada por la opinión pública y por expertos en psicología infantil. El hecho de que el video fuera difundido en redes sociales agravó la situación. Para muchos, la humillación pública no solo no corrige el comportamiento, sino que puede generar daños emocionales más profundos, incluso perpetuar patrones de agresión y resentimiento en la víctima.

El caso ha abierto una discusión sobre los límites del castigo y el rol de los padres en la disciplina. Si bien se reconoce la importancia de corregir malas conductas, también se advierte sobre el impacto negativo de métodos que cruzan la línea del respeto y la dignidad. Castigos como este, lejos de enseñar, pueden reforzar conductas violentas y romper el vínculo de confianza entre padres e hijos, generando consecuencias emocionales a largo plazo.