Mesa, Arizona. – Una mujer identificada como Erica Encinas, de 36 años, fue arrestada y enfrenta cargos por intento de asesinato y abuso infantil tras presuntamente intentar matar en múltiples ocasiones a su hijo de 8 años, quien padece autismo.
Los hechos ocurrieron la madrugada del domingo en una residencia ubicada cerca de Broadway Road y Arizona Avenue, en la ciudad de Mesa. Agentes de la policía local acudieron al lugar por una llamada de violencia doméstica y encontraron al menor con autismo con heridas significativas, aunque no potencialmente mortales.
Durante la audiencia inicial del martes, la fiscal del caso, Ashley Stetson, relató con detalle los intentos de Encinas por acabar con la vida de su hijo. Según explicó, primero lo golpeó repetidamente en la cabeza con una piedra. Al no lograr su objetivo, intentó asfixiarlo con una bolsa plástica, y luego con un rosario.
La situación se tornó aún más alarmante cuando la hermana del menor con autismo, una niña de 12 años, intentó intervenir y fue mordida por su madre, de acuerdo con el testimonio presentado en corte.
Stetson añadió que Encinas había planeado previamente matar al niño, incluso contemplando ahogarlo en un canal cercano.
El niño fue trasladado a un hospital cercano y actualmente se encuentra fuera de peligro. Las autoridades no han confirmado si la acusada tenía antecedentes de abuso de sustancias o padecimientos de salud mental.
Vecinos del área, como Jay Magaña, expresaron su sorpresa ante el suceso. “Sabíamos que había discusiones familiares. La policía había venido antes, pero nunca pensamos que algo tan terrible pudiera pasar”, dijo. Erica Encinas permanece detenida bajo una fianza de $250,000 dólares en efectivo. La investigación continúa.
La violencia infantil en Estados Unidos es una problemática persistente que afecta a cientos de miles de niños cada año. Según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos, más de 600,000 menores fueron víctimas de maltrato en 2023, siendo el abuso físico, emocional y la negligencia los tipos más comunes. La mayoría de estos casos ocurre en el entorno familiar, lo que hace aún más difícil su detección e intervención temprana. Los niños con discapacidades, como el autismo, tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir abuso, debido a su vulnerabilidad y la sobrecarga emocional que algunos cuidadores pueden experimentar sin el apoyo adecuado.
Además del impacto físico inmediato, la violencia infantil deja secuelas emocionales y psicológicas a largo plazo, incluyendo trastornos de ansiedad, depresión, dificultades escolares y problemas en la adultez como adicciones o conductas agresivas. Aunque existen leyes y programas destinados a proteger a los menores, muchos casos no se denuncian por miedo, falta de acceso a servicios o desconocimiento de cómo actuar. Organizaciones sociales y autoridades han hecho llamados constantes a fortalecer los sistemas de prevención, educación y apoyo familiar, así como a garantizar una respuesta rápida y efectiva ante las denuncias.