Jerusalén – La publicación de impactantes videos que muestran a rehenes israelíes extremadamente demacrados en cautiverio ha desatado una ola de indignación en Israel y en la comunidad internacional. Las imágenes, difundidas por Hamas y la Jihad Islámica Palestina, muestran a los cautivos con aspecto esquelético, en condiciones infrahumanas y, en al menos un caso, cavando su propia tumba.

Uno de los rehenes identificados es Eviatar David, cuya imagen enclenque en los túneles de Gaza ha causado conmoción y comparaciones con los horrores del Holocausto. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, exigió a la Cruz Roja Internacional acceso inmediato para brindar alimentos y atención médica a los rehenes.

La reacción mundial no se ha hecho esperar. El canciller alemán Friedrich Merz aseguró que los videos confirman la brutalidad de Hamas y la imposibilidad de que ese grupo siga controlando Gaza. Sin embargo, Hamas argumenta que los rehenes viven las mismas penurias que la población gazatí, en medio de un cerco humanitario que Israel niega.

Mientras tanto, las protestas en Israel aumentan. Familiares de los cautivos y sectores de la ciudadanía exigen al gobierno priorizar la liberación de los rehenes, pero las negociaciones están estancadas. El gabinete israelí, en lugar de abordar soluciones concretas, se ha enfrascado en discusiones internas que, según analistas, lo alejan aún más del clamor popular.

El drama de los rehenes se convierte así en un punto de inflexión moral y político, con un conflicto que parece cada vez más atrapado en una espiral sin salida.

La divulgación de estas imágenes ha puesto en aprietos a varios países que habían expresado su disposición a reconocer un Estado palestino una vez Hamas fuera desplazado del poder. Ahora, el uso propagandístico del sufrimiento de los rehenes por parte del grupo islamista está generando rechazo incluso entre antiguos aliados de la causa palestina, debilitando aún más la narrativa que buscaba culpar exclusivamente a Israel por la crisis humanitaria en Gaza.

Por otro lado, el gobierno israelí también enfrenta crecientes críticas internas por su aparente desconexión de la tragedia. En medio del clamor popular por rescatar a los cautivos, el Ejecutivo se ha centrado en disputas políticas, como la posible dimisión de su fiscal general, y temas de seguridad personal del primer ministro. Esto ha intensificado la percepción de que la administración de Netanyahu está más interesada en su supervivencia política que en resolver la angustiante situación de los rehenes.