El documental “How Singapore Got So Crazy Rich” (“Cómo Singapur se hizo tan Increíblemente Rico”) revela la impresionante transformación de esta pequeña nación insular en una de las economías más prósperas y desarrolladas del planeta.

En tan solo seis décadas, Singapur pasó de ser un puerto colonial con altos índices de pobreza a un centro financiero y tecnológico mundial, con un PIB per cápita superior al de Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

El desarrollo económico del país comenzó bajo el liderazgo visionario de su primer ministro, Lee Kuan Yew, quien asumió el poder en 1965 con una estrategia clara: compensar la falta de recursos naturales con educación, disciplina, estabilidad política y apertura a la inversión extranjera. Aprovechando su ubicación estratégica en el estrecho de Malaca, Singapur se consolidó primero como un centro de manufactura y luego como un hub comercial y logístico que conectaba Asia con el resto del mundo.

Durante la década de 1980, el país cambió de rumbo hacia el sector financiero. Con regulaciones flexibles, impuestos corporativos bajos y un entorno favorable a las empresas, atrajo a más de 4,000 multinacionales.

En la era moderna, bajo el liderazgo de Lee Hsien Loong, hijo del fundador, Singapur apostó también por la calidad de vida y el entretenimiento, con grandes proyectos urbanos, casinos y eventos internacionales como la Fórmula 1, convirtiéndose no solo en un centro económico, sino en un destino global de lujo.

Sin embargo, el éxito tiene sus sombras. El documental señala críticas al modelo político por las restricciones a las libertades civiles y a la prensa, así como los retos de una población que envejece, la inmigración masiva y el alto costo de vida. Pese a su orden y eficiencia, Singapur enfrenta el desafío de mantener su equilibrio entre prosperidad económica y bienestar social.

Hoy, el nuevo primer ministro, Lawrence Wong, asume el liderazgo de esta nación con la misión de sostener el legado de crecimiento, fortalecer la innovación tecnológica y responder al descontento social. El reto es grande: mantener a Singapur como ejemplo de desarrollo en un mundo cada vez más desigual y competitivo.