El comunicador Carlos Del Pozo lanzó este jueves una contundente advertencia sobre el auge en el país de supuestas “pirámides religiosas” encabezadas por mujeres que, según afirmó, utilizan su apariencia, carisma y conocimientos básicos de coaching para manipular emocionalmente a hombres y adultos mayores en situación de vulnerabilidad. Del Pozo explicó que estas figuras se presentan como líderes espirituales, pero en realidad construyen estructuras de captación que terminan generando dependencia emocional, rupturas familiares y aportes económicos injustificados.
Durante su intervención, señaló que estas mujeres se aprovechan de personas que atraviesan soledad, crisis de pareja o fragilidad emocional, a quienes atraen con discursos bíblicos superficiales mezclados con elementos “mágicos o milagrosos”. Aseguró que el objetivo final es convertir a los seguidores en parte de un esquema piramidal disfrazado de comunidad de fe, donde se solicitan recursos y se ofrecen “terapias” o consejos que, según Del Pozo, un profesional de salud mental jamás brindaría.
Del Pozo alertó que existen casos en los que líderes de estos grupos han llegado incluso a aconsejar a hombres abandonar a sus esposas bajo la promesa de comprensión y acompañamiento “espiritual”. Esto, afirmó, ya ha provocado divorcios, conflictos familiares y decisiones perjudiciales, especialmente entre personas mayores que carecen de apoyo cercano.
El comunicador llamó a las iglesias formales y a la comunidad religiosa a reforzar la orientación de la población para evitar que más ciudadanos caigan en estos grupos. También solicitó mecanismos que permitan identificar congregaciones no avaladas o que presenten señales de manipulación emocional y financiera, resaltando que, aunque el país goza de libertad de culto, no debe permitirse que esta se convierta en terreno fértil para engaños disfrazados de fe.
Del Pozo insistió en que el fenómeno no constituye un ataque contra las iglesias tradicionales, sino contra personas “vivas y disfrazadas de ovejas” que utilizan la fe como negocio, aprovechándose de la falta de regulación en materia religiosa. Advirtió que la situación podría agravarse si no se crea una cultura de prevención, subrayando la necesidad de educar a la población para reconocer señales de manipulación y proteger la salud emocional y el patrimonio de las familias dominicanas.
